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jueves, 31 de marzo de 2016

TRABAJO DE TRABAJO DE CALIGRAMA






Trabajo
A la una de la mañana dormía admirable mente con mi camisón de franela  en la casa del pueblo cuyo nombre es  Puente Roca, es el lugar de descendencia  de mi abuelo Paco. Nada más llegar tuve que encender las chimeneas, tres en total, el frío en el interior era casi mas fuerte que en el exterior. La casa llevaba deshabitada doce años, y aunque  en el próximo septiembre íbamos a ir todos de nuevo habitarla. Se había hecho las obras pero nadie la había dado el calor humano, aun olía a pintura y barnices, uno de los ventanales  se había quedado abierto, por lo tanto era insufrible el frío. En su puerta constaba el número 124, era la última casa del pueblo, para llegar a ella había que pasar un puente y una gran arboleda. Esto acontecía  un trece de marzo. Pero mi padre se empeño en que fuese en esa fecha, el motivo no tengo ni idea.   Hacia mucho frío, después de andar y cubrir los últimos seis kilómetros, de caer en dos ocasiones ya que mi moto en la que me desplazaba se había estropeado y estando medio agotado, para colmo de males el cielo se estaba cubriendo de un gris plomizo que no me gustaba nada;  amenazaba tormenta y si así ocurría sería de nieve, mientras caminaba con mi obra de Vangot debajo del brazo, pensaba en mi padre que tanto me había recomendado llevar esa obra a la vieja casa, en el  bolsillo de mi abrigo descansaba una linterna. Para en caso que me cogiese la noche poder iluminar el senderos hasta la casa.  Mientras caminaba iba oyendo la radio, ya que el día anterior había ido al otorrino, y mis oídos ahora funcionaban, una tenue luna aparecía entre los robles,  mi adaptabilidad a aquel paraje era nula, y sentí miedo, pero al final llegué a mi destino,  colgué la obra en salón, tal y como me había pedido mi padre, siguiendo el ritual que llevaba en el bolsillo escrito en un viejo papel.
Sobre la casa había una leyenda, pero en mi casa no se hablaba de ello, eran los vecinos, pero cuando nos acercábamos uno de nosotros cambiaban de tema, en una ocasión pude oír que del bosque salia una niebla que envolvía la casa, pero no pude escuchar que era lo que pasaba.
Estaba solo en aquel caserón, pero no sentí miedo, después de un buen rato cuando las chimeneas caldearon las estancias se estaba confortable, me asomé al ventanal de la gran galería que daba al río,  detrás estaba el bosque de robles, hayas, abedules, castaño, y castaños de indias, creo que también alguna acacia además de otros árboles desconocidos para mi. Empezó a nevar, los copos eran grandes así que en poco tiempo todo quedaría cubierto por un manto blanco, Elisa la casera había ido la víspera y había llenado la nevera, no pudo encender la calefacción por no saberlo hacer, ya que era muy mayor y las cosas modernas nos las entendía
Hablé con mi padre durante un rato, el insistió en que si había seguido el protocolo al pie de la letra de aquel  papel viejo y caduco, me estrañó tanta insistencia, por supuesto le dije; he hecho .todo como ponía en ese legado. Ahora me siento mejor, insistí en que me dijera el porqué y me contestó que en septiembre se revelaría todo, que si que hay una leyenda, pero que no me preocupase estaba todo controlado, volví a asomarme al gran ventanal, y la nieve caía con fuerza, esto ya me preocupaba, distaba casi un kilómetros del pueblo. Si se cerraba la pequeña carretera quedaba aislado, en fin no me iba a poner ahora a pensar ello. Abrí la nevera estaba hasta arriba, pensé;  Elisa se ha debido de pensar que voy a estar aquí un mes, cuando en realidad mi permanencia será de dos días.
Aquella noche dormí como hacia tiempo que no lo hacia.
Tenia treinta y cuatro años, mi trabajo era bastante estresante, así que cuando llegaba a casa después de trabajar diez y doce horas estaba tan cansado que me costaba dormir. Aquí era todo distinto, durante el largo sueño a mi mente acudió mi niñez en esta casa, recordé cada uno de los rincones y días felices de juegos y escondites, de ir al bosque, que lo teníamos prohibido, pues había cuevas y en algunas zonas el suelo cedía y podías caer a una sima, pero a pesar de ello íbamos, era lo prohibido, el misterio, ya que casi siempre había niebla sobre una parte de él. 
A eso de la siete de la mañana me despertaron unos golpes en la puerta, me levanté somnoliento y vi a Felipe, el hijo de Elisa, venia con una mochila, me extrañó, mi padre no me había dicho nada, abrí con premura ya que fuera había una cellisca que no te dejaba ver más de un metro. Felipe, me puso al día de lo que teníamos que hacer, mientras degustábamos una humeante taza de café,
Teníamos que bajar al sótano y buscar una caja metálica con unos  documentos. Estos certificaban que la casa nos pertenecía, y en ellos se hablaba de los misterios que durante años se han cernido sobre la casa.
Pensaba quedarme solo dos días, pero llevábamos cuatro y aún no habíamos encontrado nada, a este paso gastaba todas mis vacaciones aquí.
Al sexto día por fin apareció, en una oquedad por donde pasaba el tiro de la chimenea. Como no tenia cerrojos la abrimos con avidez.
Nos quedamos atónitos ante lo que estábamos leyendo. Pedro el tejero que había desaparecido, era el causante de ruidos, luces, olores que se esparcieron por la casa durante  años. Su cometido ninguno, solamente que el habitaba en los pasadizos que te llevaban  por las distintas estancias de la mansión, así como por el invernadero y parte de la finca hasta llegar al bosque. Los malos olores procedían de los animales que mataba para su alimentación, pero que al ir perdiendo la cabeza los dejaba por los subterráneos, subiendo a la casa los olores putrefactos, los ruidos eran cuando tropezaba,con la cacharreria que iba cogiendo por la casa, Nadie sabia de estos pasajes. Felipe y yo nos quedamos alucinados.
Lo más gordo era que estas notas estaban recogidas por mi abuelo. Llamé a mi padre para darle la noticia, pero la tormenta nos había dejado aislados. Así que Felipe y yo, decidimos pasar el tiempo investigando aquellos pasadizos. Íbamos  de asombro en asombro, allí había otra casa, encontramos obras de arte, objetos rarìsimos, alhajas, vestidos de época, un coche de cuando se inventaron pero todo conservado en perfecto estado. 
Esto también nos llamó la atención, no había polvo y estaba perfectamente colocado, así que pensamos que por allí iba alguien a cuidar y mantener todo aquello.
La  nieve seguía cayendo y los centímetros iban subiendo, teníamos suficiente comida. Decidimos que mientras tuviéramos que quedarnos allí retenidos, montaríamos guardia, para ver quien era el personaje que andaba por los bajos, y por donde entraba y salia.
En el legado también ponía que el cuadro de Vangot tendría que presidir el salón de donde no debía de salir. Sin embargo mi padre lo había llevado a la ciudad mientras la casa estuvo en obras. 
Nuestras pesquisas pronto dieron su fruto y así al día siguiente oímos ruidos en los bajos y con precaución bajamos a los tuneles que ya conocíamos bien por haberlos inspeccionado en varias ocasiones, así nos dimos de narices con el personaje. Era Dámaso un vecino del pueblo que su familia siempre llevó unas fincas de mi familia y jamás se les cobró nada. Después del susto que nos llevamos los tres. Nos relató el porqué de todo aquello.
Mi abuelo fue un cachondo mental, y lo  dejó todo escrito, les cedió   las fincas a esta familia con la condición que guardaran el secreto y se ocuparan de mantenerlo  todo en orden. Era una gran fortuna solamente sería desvelado en el mes de septiembre del año 2016. 
Lo que ni Felipe ni yo sabiamos, es que mi padre hacia tiempo que lo había descubierto, pero no quiso desvelarlo para que la voluntad de mi abuelo se cumpliera.
Por supuesto que hasta el ocho de septiembre del 2016 no fue descubierta toda la trama, el misterio,y toda la leyenda que sobre la casa había.
A.R.G.