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miércoles, 28 de marzo de 2012

RELATO LA MESA S.R.G Cantabria España


LA MESA

2070-P


Jaime y María llevaban mucho tiempo enamorado. Cada tarde, desde hacía tres años se sentaban sobre mí, una vieja mesa de una cafetería edificada en 1900, para hacerse confidencias y demostrarse su amor mientras consumían sus acostumbrados cafés solos.
Sin embargo, hace unos días esto cambió. De pronto, esas tardes perfectas se transformaron en discusiones, en peleas, sobre cuestiones materiales que parecían debilitar poco a poco el amor que ambos sentían. Ella era muy testaruda y llegó el día en que estuvieron a punto de romper. Y digo a punto porque gracias  mi intervención todo quedó en un enfado pasajero que jamás se repetiría.
Cuando estaban en el momento álgido de la conversación les hablé. Ambos se asustaron, pues no entendían de donde salía esa voz misteriosa que les mandaba callar. Hasta que les dije: -Si soy yo, esta vieja mesa. En toda mi existencia, que ha sido muy larga, he oído de todo, discusiones como las vuestras, que unas veces acababan bien y otras todo lo contrario. Recuerdo especialmente el caso de una pareja, María y Jaime, hace ya bastantes años, que como vosotros se sentaba cada día sobre mí para consumir y demostrarse su amor. Hasta que una tarde de invierno comenzaron a discutir por lo mismo que vosotros y desaparecieron. Nunca más volvieron.
Hasta que una tarde, diez años después la vi aparecer a ella. Empujaba una silla con un niño y vino a sentarse aquí. Su mirada estaba triste, recordando todo lo que había vivido en este café. Hasta que de repente dio un respingo al ver que un hombre se acercaba hasta ella. Era él. Empezaron a conversar y comprobaron que nunca se habían olvidado, pues de repente él le comentó: -Tengo una hija ¿Sabes? Y aunque su madre se llama Marta le he querido poner María, pues te he seguido queriendo-. Entonces ella le dijo: -Yo también tengo un hijo, y aunque su padre se llama Juan, le he querido poner Jaime, pues nunca te he olvidado ni lo haré. Fui una orgullosa y lo he pagado. Infinidad de veces miro a mi hijo y pienso que podría haber sido tuyo, pero no podemos vivir del pasado, ambos tenemos que seguir adelante con nuestras vidas, quizás en el más allá nos encontremos-.
Ambos estaban conmovidos, no sabían que decir, hasta que les pregunté ¿Entendéis el porqué de mi historia? Los dos sabéis que ha sido cierta, pues ¿cómo se llaman  vuestros padres? María dijo Jaime, Jaime dijo María, y ambos empezaron a llorar y a pedirse perdón. Se levantaron y se fueron calle abajo cogidos de la cintura.
Y si queréis saber cómo acabó esta historia, venid hasta mí, y mientras saboreáis un café os lo contaré.
S.R.G