Fuentes
La
fuente primaria principal en lo relativo a las
Guerras Médicas es el historiador griego Heródoto. Este autor, que ha sido calificado como "El Padre de la Historia",
[8] nació en el año
484 a. C. en
Halicarnaso, en
Asia Menor (una zona gobernada por el Imperio persa). Escribió su obra
Historias entre 440 y 430 a. C., intentando encontrar los orígenes de las Guerras Médicas, que por entonces todavía eran un hecho relativamente reciente en la historia (las guerras acabaron finalmente en
449 a. C.).
[9] El enfoque de Heródoto fue una completa novedad, al menos en la sociedad occidental, y por esta razón se considera que inventó la Historia tal y como la conocemos hoy en día.
[9] El historiador Holland afirma sobre el particular que: "Por primera vez, un cronista se propuso encontrar los orígenes de un conflicto no en un pasado tan remoto como para que resultase fabuloso, ni en los caprichos o deseos de algún dios, ni en una afirmación del pueblo manifestando su destino, sino mediante explicaciones que pudiera verificar él personalmente."
[9]Muchos de los posteriores historiadores antiguos, a pesar de seguir sus pasos, menospreciaron a Heródoto y se consideraron a sí mismos seguidores de
Tucídides.
[10] Sin embargo, Tucídides eligió comenzar su historia a partir del punto en donde terminó Heródoto (en el
sitio de Sestos), por lo que debió considerar que éste había hecho un trabajo razonablemente bueno resumiendo la historia anterior.
Plutarco, por su parte, criticaba a Heródoto en su ensayo
Sobre la malignidad de Heródoto, describiéndole como "
Philobarbaros" (amante de los bárbaros) por no haber sido suficientemente pro griego. Esto sugiere que Heródoto pudo haber realizado un buen trabajo en lo que a neutralidad se refiere.
[11] A la Europa del
Renacimiento acabó llegando una visión negativa sobre Heródoto, si bien su obra continuó leyéndose de forma habitual.
[12] Sin embargo, a partir del
siglo XIX su reputación fue rehabilitada drásticamente por los descubrimientos arqueológicos que fueron confirmando de forma repetida su versión de los hechos.
[13] La visión que prevalece actualmente sobre Heródoto es que, en general, hizo un buen trabajo en su
Historia, aunque algunos detalles específicos (en especial el número de soldados y las fechas) deberían observarse con escepticismo.
[13] Por otro lado, sigue habiendo algunos historiadores que consideran que Heródoto inventó gran parte de su historia.
[14]El historiador
siciliano Diodoro Sículo, que escribió en el
siglo I a. C. su obra
Biblioteca histórica, en la que también ofrece el relato de las Guerras Médicas, se basó parcialmente en el historiador griego
Éforo de Cime. Sin embargo, su relato es bastante consistente en comparación con el de Heródoto.
[15] Además, las Guerras Médicas también reciben la atención, con menor detalle, de otros historiadores antiguos, entre los que se incluyen Plutarco y
Ctesias, y también aparecen en obras de otros autores, como en
Los persas, del dramaturgo
Esquilo. Las evidencias arqueológicas, tales como la
Columna de las Serpientes, también ofrecen un respaldo a algunas de las afirmaciones concretas de Heródoto.
[16][editar] Trasfondo histórico
La expansión constante de los griegos por el
Mediterráneo, tanto hacia oriente como occidente, llevó a crear
colonias en las costas de
Asia Menor. Estas colonias se ubicaron en territorios controlados por el
Imperio aqueménida, que siempre les concedió un elevado grado de autonomía,
[17] a pesar de lo cual los colonos helenos siguieron aspirando a la libertad absoluta. Se sublevaron contra el poder imperial y obtuvieron algunas victorias iniciales, pero conocían su inferioridad ante el coloso asiático, por lo que pidieron ayuda a los griegos continentales. Los espartanos se negaron en un principio, pero los atenienses sí los apoyaron, dando comienzo a las
Guerras Médicas.
Las
ciudades estado de Atenas y
Eretria apoyaron la
revuelta jónica contra el Imperio persa de
Darío I, la cual tuvo lugar entre los años 499 y 494 a. C. Por aquella época, el Imperio persa era todavía relativamente joven y, por tanto, más susceptible de sufrir revueltas entre sus súbditos.
[18] [19] Además, Darío no había accedido al trono pacíficamente, sino tras asesinar a
Gaumata, su predecesor, lo que había supuesto la necesidad de extinguir un serie de levantamientos en su contra.
[18] Por todo ello, la revuelta jónica no era un tema menor, sino una verdadera amenaza a la integridad del Imperio, y por ese motivo Darío juró castigar no sólo a los
jonios, sino también a todos aquellos que hubiesen estado involucrados en la rebelión (especialmente a aquellos pueblos que no eran parte del Imperio).
[20] [21] Además, Darío vio la ocasión de expandir su poder hacia el fraccionado mundo de la
Antigua Grecia.
[21] Por ello, envió una expedición preliminar bajo el mando del general
Mardonio en
492 a. C. para asegurar el acercamiento a tierra griega reconquistando
Tracia y obligando al
reino de Macedonia a convertirse en vasallo de Persia.
[22]En
491 a. C. Darío envió emisarios a todas las
poleis de Grecia, solicitando la entrega 'del agua y la tierra' como símbolo de su sumisión a él
[23] y tras la demostración del poder persa del año anterior, la mayoría de las ciudades griegas se sometieron. Sin embargo, Atenas juzgó a los embajadores persas y los ejecutó lanzándoles a un foso. En Esparta, simplemente fueron arrojados a un pozo.
[23] [24] Esto provocó que Esparta también estuviera, oficialmente, en guerra con Persia.
[23]Darío comenzó a preparar en
490 a. C. una misión anfibia bajo el mando de
Datis y de
Artafernes, la cual comenzó con un ataque sobre
Naxos y la posterior sumisión de las
Cícladas. La fuerza invasora se trasladó luego a Eretria —ciudad de la isla de
Eubea—, que asedió y destruyó.
[25] Finalmente, se dirigió hacia Atenas y desembarcó en la bahía de
Maratón, en donde se encontró con un ejército ateniense al que superaba en número. Sin embargo, en el enfrentamiento de los dos ejércitos en la
batalla de Maratón, los atenienses obtuvieron una victoria decisiva que supuso la retirada del ejército persa de Europa y su retorno a Asia.
[26]Esparta no participó en la batalla contra los persas.
Atenas, con la finalidad de hacer frente a la invasión, solicitó ayuda a los espartanos para luchar pero, como se ha dicho, el origen del problema residía en las colonias griegas en Asia, y Esparta no había fundado ninguna ni tampoco las había ayudado en la rebelión. Por tanto, los
lacedemonios no se sentían implicados. Tanto es así que no acudieron a la batalla de Maratón por estar celebrando las fiestas de
Apolo Carneo (llamadas
Carneas).
Mapa de Grecia en el que se muestran las distintas invasiones persas que tuvieron lugar durante las Guerras Médicas.
En cualquier caso, y tras la derrota, Darío reaccionó comenzando a reclutar un nuevo ejército de inmenso tamaño, con el que pretendía sojuzgar Grecia. Sin embargo, sus planes se vieron interrumpidos cuando, en
486 a. C., se produjo una revuelta en
Egipto que obligó a posponer indefinidamente la expedición.
[19] Darío murió durante los preparativos para marchar contra Egipto y el trono de Persia pasó a su hijo,
Jerjes I.
[27] Jerjes aplastó la rebelión egipcia y rápidamente retomó los preparativos para la invasión de Grecia que, al tratarse de una invasión a gran escala, necesitaba una larga planificación que permitiese acumular las provisiones necesarias y para reclutar, equipar y entrenar a los soldados.
[28] Jerjes decidió construir puentes sobre el
Helesponto para permitir a su ejército atravesar desde Asia hasta Europa, y cavar un canal a través del
istmo del
monte Athos (
canal de Jerjes) para que lo atravesasen sus naves (una flota persa había sido destruida en
492 a. C. mientras rodeaba ese cabo).
[29] Estas obras de ingeniería eran operaciones de una gran ambición que estaban fuera del alcance de cualquier otro estado contemporáneo.
[29] Finalmente, a comienzos de la década de 480 a. C., se completaron los preparativos para la invasión, y el ejército que Jerjes había reunido en
Sardes marchó en dirección a Europa, cruzando el Helesponto sobre dos
puentes flotantes.
[30]Los atenienses, por su parte, también se habían estado preparando para afrontar una guerra contra Persia desde mediados de la década de los años 480 a. C. Finalmente, en
482 a. C. se tomó la decisión, bajo la guía del estadista ateniense
Temístocles, de construir una masiva flota de
trirremes, imprescindible para que los griegos pudiesen enfrentarse a los persas.
[31] Sin embargo, los atenienses carecían de la capacidad y la población suficiente para enfrentarse al enemigo a un mismo tiempo en tierra y en el mar, por lo que para combatir a los persas necesitaban llegar a una alianza con otras
poleis de Grecia. En
481 a. C. el emperador Jerjes envió embajadores por toda Grecia solicitando de nuevo la tierra y el agua, pero omitiendo deliberadamente a Atenas y a Esparta.
[32] Sin embargo, algunas ciudades fueron alineándose con estos dos estados líderes, para lo cual se celebró un congreso de
poleis griegas en
Corinto a finales del otoño de 481 a. C.,
[33] del que surgió una confederación aliada de ciudades estado. Esta confederación tenía el poder de enviar emisarios solicitando ayuda y de enviar tropas desde los estados miembros hasta los puntos de defensa tras haberlo consultado conjuntamente. Este hecho en sí mismo era de gran trascendencia en atención a la desunión que había existido históricamente entre las ciudades estado, y en especial si se tiene en cuenta que muchas de ellas estaban todavía técnicamente en guerra unas con otras.
[34]La confederación volvió a reunirse en la primavera de 480 a. C. Una delegación
tesalia sugirió que los aliados se reunieran en el angosto
valle de Tempe, en las fronteras de Tesalia, para bloquear el avance de Jerjes.
[35] Se envió una fuerza compuesta por 10.000
hoplitas al valle, considerando que el ejército persa iba a verse obligado a atravesarlo. Sin embargo, una vez ahí fueron avisados por
Alejandro I de Macedonia de que el valle podía ser atravesado y rodeado por el paso Sarantoporo, y de que el ejército persa era de un tamaño inmenso, por lo que los griegos se retiraron.
[36] Poco después recibieron la noticia de que Jerjes había atravesado el Helesponto.
[35]Temístocles sugirió entonces una segunda estrategia a los aliados. La ruta hacia el sur de Grecia (
Beocia,
Ática y el
Peloponeso) exigía que el ejército de Jerjes atravesase el estrechísimo paso de las
Termópilas. Este paso podía bloquearse fácilmente con los
hoplitas griegos a pesar del abrumador número de soldados persas. Además, y para evitar que los persas superaran la posición griega por mar, los navíos atenienses y aliados podrían bloquear el estrecho de Artemisio. Esta estrategia dual fue finalmente aceptada por la confederación.
[37] Sin embargo, las ciudades del Peloponeso prepararon planes de emergencia para defender el
istmo de Corinto en el caso de que fuera necesario, a la vez que las mujeres y niños de Atenas fueron evacuados en masa hacia la ciudad peloponesia de
Trecén.
[38]