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viernes, 30 de noviembre de 2012

MI AMIGO CARLOS EL CURSI


 


Carlos Zafrán de la Riva y las Altas Torres:

Antiguo amigo de la niñez más conocido en aquel tiempo como el tiquis miquis por ir siempre impoluto, pues si le caía una mancha se ponía negro. Por lo tanto miraba como jugábamos los demás y nos pringábamos  hasta las narices.
Carlos era  hijo único, en su habitación brillaba la pulcritud y el orden, y a pesar de tener un montón de juegos y juguetes, no los disfrutaba, pues si lo hacía se rompía la simetría y el orden.
Hoy Carlos es un hombre de cincuenta años, 180 de estatura, pelo ensortijado y una napia y pies tan grandes, que cuando dobla las esquina después de un rato aparece él.
Nuestro reencuentro no ha sido del todo satisfactorio ya que nos invitó a comer a toda la panda, después de estar mas de treinta años sin vernos. Llamó Pedro Pérez a su casa para concretar, y con estupor oyó al otro lado del teléfono una voz grave que dijo: residencia de D. Carlos Zafrán de la Riva marques de los Avellanos conde de la Herrería barón del Álamo y señor de Cerrezuelos ¿quien le le llama?dudó durante unos instantes y a continuación pensó, cualquiera le dice a este que soy Pedro Pérez, así que infló su voz y dijo con parsimonia: D. Pedro Pérez, marqués de Chiribitas, conde de la Paparda, barón de Gil y Pollas y señor de Geloria (como se llama aquí al cementerio).
Carlos se puso al teléfono y dijo: ¡hombre Pedro! ¿de donde te has sacado tanto título? del mismo sitio que tú, de la manga, esta broma no le gustó, las cosas no empezaban bien.
Nuestro amigo ha ido cogiendo nuevas manías desconocidas hasta ahora por nosotros, sale de casa hecho un figurin como antaño solo que ahora está multiplicado por tres, se mira en el primer escaparate, se toca el pelo super engominado, acto seguido se coloca la corbata, se tira de los puños de la camisa, encaja un poco la chaqueta, se tira con disimulo del pantalón o calzoncillo, no sé si es que este le aprieta, se mira la punta de sus enormes castellanos, y sigue hasta el próximo escaparate en que repite la operación.
Mi amigo no ha trabajado en su vida, vive de rentas, pero sus rarezas no tienen limites, Ahora también le ha dado por el vocabulario,  hay un montón de palabras cotidianas que considera malsonantes, así como vestir con vaqueros y camisetas o sudaderas, en vez de camisas, pullover  y castellanos.
Su lenguaje es exquisito, y por ello carga a la gente, ahora se le conoce por el fino, el paliza, el estirao, el titulero, el chuminero, en fin que no tiene amigos, pues no hay quién le aguante; volviendo al día de la comida, no fue precisamente de hermandad, y de reencuentro, después de tantos años, y más cuando hablando de un restaurante y sus especialidades nos soltó la siguiente perla: -a mi  me gusta su plato estrella, el producto de la señora del gallo con setas y trufa confitados, - a lo que pedro dijo: -coño Carlos esos son los huevos fritos de toda la vida- -porque de los otros mejor no hablar. Casi se atraganta, ante tal ordinariez, mientras se coloca los puño y todo lo demás. Acto seguido Ramón le preguntó ¿Que te pasó el otro día? te vi un poco acalorado con un paisano, su cara cambió de color, pero al fin respondió: Cuando estaba mirando en un escaparate un reloj Cartier, aquel desalmado a pocos metros de mí, soltó un cascañetín, y después un cacañetón. De nuevo Pedro, o sea un par de pedos, la mirada fue fulgurante, solo le llamé la atención, ya que es una grosería. Pedro, no, una necesidad fisiológica  Bueno pues el muy rufián me dijo que la calle era de todos y que él había soltado sus efluvios en el trozo de calle que le correspondía ¿que os parece semejante ordinariez? estábamos rojos a punto de estallar en una carcajada. Oyendo esto queríamos deshacernos de él, así que nuestras bromas fueron subiendo de tono, al postre, muy digno pagó la comida y se retiro a sus lares. Nosotros disfrutamos a su cuenta, hasta las siete de la tarde. No nos ha vuelto a invitar por supuesto, anda solo por ahí, pero cada vez se toca más el pelo, cuello, puños, corbata, chaqueta, y calzoncillos, y ahora también el codo.

Fin                                                                                        A.R.G. 



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