«La “Bolerona” de la Robleda, debe reafirmar su historia»
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“Jamás un espacio geográfico ha condensado
tanta historia y ha representado tanto para la actividad bolística cántabra,
como el contenido entre “La Robleda”, de Punte San Miguel y “La Llama”, de
Torrelavega. Se puede decir que ha sido y que sigue siendo el corazón lúdico de
Cantabria”. (Julio Braun).
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Cuando uno se enfrenta al inicio
de una lectura con una introducción tan prometedora, no puede por menos que
plantearse un reto: no detenerse hasta el final.
Vaya por delante que Julio Braun
Trueba, es un cántabro con “pedigree”. Tan cántabro que juega a los bolos, como
nadie. Bueno, ahora un poco menos porque, además, es Presidente de la Federación
Cántabra de Natación. A lo nuestro: los bolos. Y es que, como queda dicho, Julio
Braun le pegaba bien: buen brazo, birlador… completo, vamos.
Pero un buen día, me sorprende
con un libro, cosa que no resultaría tan chocante, si no fuera porque aquel
bigotón que adornaba un rostro bonachón de un tío tan campechano - ¡o más! -,
como aparentaba, escondía una faceta desconocida: escritor.
Era su primer trabajo literario
y que -no podía ser de otra manera-, estaba tan relacionado con nuestro deporte,
que su título así lo confirmaba: “Bolos y cultura. Aportación al origen y
desarrollo de los bolos en Cantabria”.
Una formación de la Peña “Darío
Gutiérrez”, con ilustres nombres (algunos lamentablemente
desaparecidos), que contribuyeron a llenar La Robleda: Arturo Mallavia, Nani,
Gelín Ríos, Manolo Gándara y Maxi Vélez.
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Fue una agradable sorpresa tener
entre las manos un verdadero “mamotreto” que, sin embargo, se dejaba leer.
A partir de ahí, comienza una
especie de metamorfosis y empezamos a cambiar la imagen del tiro de 18 metros,
con raya al medio, a la mano, encachi que vale 10, por el Licenciado en
Geografía e Historia por la UC y Diplomado en Deportes Autóctonos por la UIMP,
entre otros.
Por eso, nos extraña menos que
su quinto trabajo haya llegado a nuestras manos con la introducción que ya
conocen.
Nos extraña menos porque su
producción literaria no ha hecho más que comenzar.
Y en estos días, me daba a mí
que llegaba como caído del Cielo, porque ante la vorágine de ligas nacional,
regional; concursos y campeonatos de toda índole, nos renace el deseo de que “La
Bolerona” de Puente San Miguel, reafirme su historia.
Con Julio Braun cambiábamos
impresiones. Cuando me trajo el libro, echamos una parladuca donde los bolos
eran el tema de conversación. Los bolos y, sobre todo, “La Bolerona”.
Recuerda Julio en su libro, que
“…nuestra historiografía regional, encadena tres hechos conocidos como El Pleito
de los Valles, Las Juntas de Puente San Miguel y Los orígenes de la Provincia de
Cantabria, que consolidaron gran parte de nuestra idiosincrasia…”. Esta
localidad, continúa la descripción, “…ha tenido como centro antropológico un
rincón poblado de arbolado autóctono, situado junto al recinto destinado a las
ferias de ganado y el ancestral río Saja que todos llaman La Robleda, donde se
encuentra ubicado un corro de bolos, testigo y representante de una actividad
emanada de un viejo estilo de lanzamiento y puntería montañés, construido a
semejanza del revolgo de la vecina Santillana, que mostrara su grandeza con un
indiano cubano y un aristócrata local, llamados Darío Gutiérrez y Marcelino
Botín”.
Esa bolera sigue aquí, con
nosotros. ¡Faltaría más! Sobrevive a un proceso evolutivo de recintos cubiertos
que, eso sí, Julio coincide en que sirven para garantizar el juego a pesar de la
lluvia, algo consustancial con nuestra tierra.
“Pero no se puede comparar -dice
Braun- estar sentado en la pared, bajo los robles centenarios, en pleno verano,
disfrutando de su sombra y de un partido de bolos”. Además -insiste-, “Puente
San Miguel es la confirmación histórica, según documentación, que tiene como
base dos procesos entablados por las polémicas desatadas en esta misma
localidad, el 22 de abril de 1792 y en Quijas, el 24 de julio de 1807”.
Panorámica de la edición de Agosto
de 1980, del Memorial “Marcelino
Botín”.
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Manteniendo “La Bolerona” como
elemento irrenunciable de nuestra charla, Julio Braun no puede evitar un lamento
que tiene que ver con el “atasco” del mejor corro de Cantabria.
“Y es que -dice-, coincidiendo
con los primeros años del desarrollo español, se intentará, en el ámbito
provincial, una reconducción de la política deportiva, como hemos visto a través
de la fórmula liguera. A la llamada del ente federativo acudirán diversas
localidades, pero entre los grandes ausentes se encuentran los hombres de
Reocín, principalmente los de Puente San Miguel, donde se padece un cierto
desinterés organizativo, al carecer de una persona que canalice las aspiraciones
deportivas de su masa aficionada, a pesar de que se siguen realizando desafíos y
se mantiene la memoria de don Darío con un gran certamen anual”.
Sin embargo, no se olvida una
época en la que La Robleda tuvo en el año 1978, un referente en Helguera que
contribuyó a potenciar, en la mediada de lo posible, una peña que compitió en
clara desventaja -deportiva y económica-, con otras cercanas. No se olvida a sus
componentes: Manuel Sousa, Julio Cebada, Arturo Mallavia, Miguel Pérez y José
Antonio Franco.
Casi al lado, la peña “Santa
María del Sel” aglutinaba, nada más y nada menos que a José Antonio Sáiz, “El
Belga”; Benito Fernández; Santos Fidel Ruíz y Miguel García. Este último, de
Puente Nansa, la auténtica alegría en las boleras y fuera de ellas.
Fueron buenos tiempos. Y si no
tanto como hubiera sido deseable, sí contribuyeron a recuperar parte de la
ilusión perdida. De ahí que echemos en falta una reafirmación de la historia
bolística de Puente San Miguel. Julio Braun da muchas pistas en su libro, que
nos ha servido de base para esta sencilla reflexión.
Sobre todo, atraídos por el
sugerente título del mismo, que habla por sí sólo: “De la Robleda a La Llama. La
tradición oculta”.
Con permiso del autor y pecando,
tal vez, de cierto egoísmo “patriochico”, invertiríamos el camino, para
terminar, precisamente, en “La bolerona”. Un corro donde actualmente deambula un
animoso grupo de chavales que intenta, con suerte esquiva, a veces, escalar
posiciones en busca de una categoría que por historia merece, pero que por
limitaciones se nos antoja bastante lejana… por ahora.