Navegantes y cartógrafos:
Juan de la Cosa (1449-1510):
Nacido en Santoña (Cantabria), debió adquirir su experiencia como
navegante en el mar Cantábrico y realizó varias travesías recorriendo la
costa occidental de
África.
Primeros viajes:
Desde 1492 participó en siete viajes y expediciones al Nuevo Mundo.
Cuando Cristóbal Colón preparaba su primer viaje conoció a De la Cosa y
le ofreció que participara con su nave
La Gallega, que fue
rebautizada como Santa María y utilizada como nao capitana. Descubiertas
las nuevas tierras, la Santa María se hundió y Colón le acusó de
impericia; sin embargo, la Corona le indemnizó por la pérdida. En su
segundo viaje (1493-1496) Colón volvió a contar con De la Cosa, esta vez
con el cargo de piloto mayor y la misión de trazar el mapa de las
tierras que visitaran. En este viaje, que partió de la bahía de Cádiz,
De la Cosa navegaba a bordo de la carabela Santa Clara. Se descubrieron
las islas Dominica, San Juan de
Puerto Rico,
Montserrat, Guadalupe y otras. De regreso a España estuvo recorriendo
las costas del Cantábrico, para fijar poco después su residencia
definitiva en el Puerto de Santa María. El tercer viaje (1499-1500) lo
hizo en calidad de primer piloto de la expedición de Alonso de Ojeda, en
la que participaba también
Américo Vespucio.
Desembarcaron en la isla Margarita y recorrieron el litoral de
Venezuela desde Paria hasta el cabo de la Vela. De regreso a España
realizó el primer mapamundi en el que aparecían las tierras
descubiertas. En el cuarto viaje (1501-1502) partió como primer piloto
de la flota mandada por Rodrigo de Bastidas.
Recorrieron las costas de Tierra Firme, llegaron al golfo de Urabá, al
puerto de Retrete y a Nombre de Dios, en el istmo de Panamá.
De regreso a España, en 1502, por haber sido arrestado Bastidas, la
reina Isabel premió sus servicios nombrándole alguacil mayor de Urabá,
por Real Cédula de 2 de abril de 1503. En ese mismo año permaneció un
breve tiempo encarcelado en
Portugal,
ante cuya corte presentó la reclamación española por la actuación de
los barcos portugueses fuera de su demarcación. El quinto viaje
(1504-1506) lo hizo al mando de una expedición de cuatro buques para
vigilar las costas de tierra firme hasta el golfo de Urabá. Cumplió
perfectamente su misión, evitando las incursiones portuguesas y
estudiando con detalle aquellas costas. De regreso a España, en 1507, se
le encargó la vigilancia de las costas españolas desde el cabo de San
Vicente hasta Cádiz, para apresar cualquier navío portugués que volviera
de América. Dicha misión no dio resultado.
Últimos viajes:
El sexto viaje (1507-1508) lo realizó con Bastidas. Viajaron a América
para obtener beneficios, consiguiendo 300.000 maravedíes. A su vuelta,
la reina Juana I la Loca le confirmó en su empleo de alguacil mayor de
Urabá, a título hereditario.
En 1509 emprendió el séptimo y último viaje, en el que encontró la
muerte. Partió al mando de un navío y dos bergantines rumbo a
Santo Domingo,
al encuentro de Alonso de Ojeda, que había sido nombrado gobernador de
la Nueva Andalucía. Tuvo que mediar como árbitro entre Ojeda y Diego de
Nicuesa, que se disputaban los límites de sus gobiernos en tierra firme,
aceptándose su propuesta de fijar como límites ambas orillas del río
Grande del Darién.
Inició una
expedición de
conquista con Ojeda, a quien propuso la fundación de una colonia en la
costa del golfo de Urabá sin hostigar a una tribu asentada en el
emplazamiento de la actual
Cartagena de Indias.
Ojeda, desoyendo el consejo, optó por atacar a los indios y se internó
hasta una ranchería en la que se habían hecho fuertes y se defendieron
con gran ferocidad, llegando a rodear a Ojeda, quien salvó su vida por
la valiente intervención de De la Cosa, que cayó abatido por las flechas
envenenadas de los indios. Poco después, Ojeda y Nicuesa vengaron su
muerte con una feroz carga sobre la tribu, en la que centenares de
indígenas fueron degollados. Su viuda recibió la generosa suma de 45.000
maravedíes, en reconocimiento a los servicios prestados por el
esforzado marino. Se desconoce cuál fue la suerte de su hijo, que
hubiera heredado el título de alguacil mayor de Urabá.
Eminente cartógrafo:
El nombre de Juan de la Cosa ha pasado a la posteridad sobre todo, por
su Carta de Marear o Mapamundi realizado en el Puerto de Santa María en
1500, según figura en una inscripción de esta joya de la cartografía que
se conserva en el Museo Naval de Madrid después de numerosos avatares,
ya que, en principio, fue archivado en la Casa de Contratación de
Sevilla de donde fue robada y posteriormente vendida al barón Walcknaer
en 1832. A la muerte de éste fué subastado y adquirido por el gobierno
español por 4.200 pesetas. El mapamundi está trazado en una hoja grande
de pergamino de forma ovalada. Su gran mérito es el representar las
Indias Occidentales en el momento en que fueron reconocidas. Es
admirable la semejanza con la realidad del trazado de las Antillas y de
tierra firme, desde el Amazonas hasta Panamá. Supone el reconocimiento
de la independencia del Nuevo Mundo respecto de Asia, y representa el
enlace entre la vieja tradición medieval de elaboración de portulanos y
el nacimiento de la nueva cartografía. Se sabe que Juan de la Cosa
elaboró otros mapas importantes, entre ellos los de la costa Cantábrica,
pero no han llegado hasta nosotros.
Portulano de Juan de la Cosa
Los portulanos constituyeron, en la edad media, unas cartas marítimas
fundamentales para la navegación. Reproducían, sobre pergaminos, los
accidentes costeros y la ubicación de los puertos del mundo conocido,
principalmente del Mediterráneo y de una parte del océano Atlántico. El
marino y cartógrafo español Juan de la Cosa trazó varios de estos
portulanos, a partir de sus viajes transoceánicos.