Hacía unos días, una gran nube estaba atravesando el desierto del Sahara, y a su paso todo se iba volviendo grisáceos. Las amarillas arenas se habían tornado oscuras, haciendo saltar las alarmas. Lo mismo ocurría por ciudades y pueblos, el color iba desapareciendo.
Se formó un comité mundial, en el que se reunieron los países mas poderosos para estudiar este fenómeno antes de que se extendiera más. Pero en tres semanas no tomaban decisiones, el planeta azul estaba perdiendo su color.
Mientras en un pequeño pueblo se reunió el club de los intrépidos. Un montón de chavales desde los siete hasta los veinte, amantes de la naturaleza, que ayudaban cada fin de semana a los guarda bosques en sus tareas de conservarlos limpios para evitar incendios. También ayudaban a la conservación de ríos y hacían todo tipo de tareas relacionadas con el entorno natural, como recoger aves, reciclar todo lo que se podía...
Antón tenía doce años y era su fundador. Los integrados se reunieron, pues Antón había tenido una idea fantástica. El sabía como se podía parar a las nubes, que ya eran varias por los cinco continentes. Los mares y océanos, estaban perdiendo sus azules, verdes esmeraldas, los arrecifes de coral se deshacían. Los peces de infinitos colores se tornaban parduscos. En la sabana africana, los animales a los que la naturaleza dio bonitos adornos, como rayas, manchas, negros, marrones, ocres, amarillos, estaban perdiéndolos, tornándose en un solo color.
Antón les comunicó su sueño. Para llevarlo a cabo, tenían que comunicarse con todos los niños y jóvenes del mundo. Mandarles mails, utilizar las emisoras de radio aficionados, los programas para jóvenes... además de ponerse en marcha reciclando cartón, telas, papel, latas, vidrios, todo lo que se pudiera mandar al cielo en forma de cometas.
Estas llevarían u cascabel o campanilla pequeña en sus colas, para que cuando atravesaran las nubes y llegaran al Olimpo el dios Eolo las oyera y se despertase. También llevarían mensajes poniendo en cada una lo que pasaba. Las de vidrio, latón, madera, quedaran sujetando a las nubes por debajo de ellas para no dejar que cayese todo el cargamento de contaminan tes; y las más ligeras llegarían al Olimpo, por eso deberían de ser en forma de flecha, para poder pasar en aquellos lugares sobre los que estaban las nubes negras.
Aquella tarde se elevaron al cielo las primeras cometas de alegres colores, y de pronto el espacio sobre las ciudades, pueblos, aldeas... se vio adornado con un mosaico de colores, con millones de estas alegrando los cielos grises, en un estallido de luz y color.
Y llegaron al Olimpo, y el dios Eolo dormido durante siglos se despertó con el tintineo de las miles y miles de campanitas, se sobresaltó y quedose asombrado ante tanto color y leyó los mensajes. Separó aquel mar de nubes y contempló con horror que era cierto lo que le pedían. Despertó a todos los dioses, tenían que ponerse en marcha todos juntos para salvar a la tierra. Mientras, el soplaría con fuerza y empujaría aquellas nubes hacia el confín de la tierra, donde había una caverna tenebrosa y maloliente.
El dios Eolo empujó con fuerza; los árboles de toda la tierra movieron su ramaje para ayudar, la diosa de la tierra sujetó sus raíces para que ninguno cayera. El dios del trueno hizo retumbar a las nubes y con su voz poderosa fragmentarlas y hacerlas mas livianas. Poco a poco, la tierra volvía a ser luminosa, vistiéndose con sus colores naturales.
Los millones de cometas que habían ayudado al dios Eolo se arrojaron sobre el gran agujero haciendo de tapa. Eolo arrastró arena de los desiertos, y el dios de la lluvia vertió agua para dejarlo bien sellado. La diosa Deméter espació tierra fértil, y semillas. Este lugar pronto fue un vergel y lo que antes era un lugar tenebroso y horripilante, se convirtió en un terreno multicolor.
El dios Eolo, junto con los demás dioses, se retiraron de nuevo a su morada. Habían ayudado a la tierra, pues se lo habían pedido millones de niños y jóvenes. Y de una manera tan especial como ellos solo saben hacer.
Tras esto a los dirigentes de todos los países se les avisó que ya podían dejar de divagar para ver cual de ellos se llevaba el gato al agua. El problema estaba resuelto, aunque nunca jamás sabrían quién lo había solucionado.
El color reinó por toda la tierra, que volvió a convertirse en el planeta azul que siempre había sido. ¿Pero hasta cuando?
fin Aurora